Estos son mis abuelos.
Son los únicos que he disfrutado porque por parte de madre, fallecieron antes de que yo naciera.
Os los presento. Son Antonio y Fina.
Tuve el privilegio de nacer en su casa en una época donde el hospital con maternidad más cercano estaba a muchos kilómetros. Mi nacimiento fue muy esperado y dificultoso, aunque creo que en alguna ocasión ya lo he contado, así que no os aburriré con ello otra vez.
Mis abuelos habían vivido la guerra. Antonio sirvió en el bando "acertado" pero no por convicción, sino porque le pilló en su territorio.
Albañil de profesión, y por extensión, ya que era hijo de uno de los albañiles más conocidos en el pueblo, así que pronto pudo hacerse un hueco laboral cuando llegó de la guerra.
Creo que como la mayoría de chicos que volvían de la guerra, lo primero que hizo cuando llegó al pueblo, fue preguntar cuál era la chica más guapa y todos coincidieron en que cerca de la fábrica de la sal había una muchacha, de buena y humilde familia que tenía muchos pretendientes.
Pronto empezó a rondarla, y Fina, más joven que él, empezó a caer en sus redes. En casa siempre hemos dicho que Antonio se le traía un aire a Errol Flynn, por su bigotico sobre todo. (Será pasión de familia?¿?¿?¿?¿?jejejeje) Quien no sepa quién es, era un actor que encarnó el papel de Robin Hood en la peli Robin de los Bosques (1938), film que le catapultó a la fama. Aunque entre sus películas también cuentan títulos como "El capitán Blood" u "Objetivo Birmania", que no penséis sólo que es el nombre del grupo de música que cantaba aquello de "...los amigos de mis amigas son mis amigos..." jejeejje. Y sí, es que las pelis de los años 30-40 americanas en blanco y negro siempre me han gustado jejeejeje.
Si resumo la vida de casados de mis abuelos, Antonio no se portó muy bien con Fina. De hecho afirmo, no con poca vergüenza, que quizás mi abuelo podría haber sido denunciado por maltrato físico y psíquico y mi abuela haber sido una víctima de la violencia de género.
Pero eran otros tiempos, en los que te casabas para toda la vida, ante la riqueza y la pobreza, ante la salud y la enfermedad y ante la felicidad y la mala vida. Mi abuela era cristiana, apostólica y romana así que aguantó todo. Primero porque estaban casados (la foto es la de la boda...sí, estaba de moda casarse de negro, no es que mi abuela estuviera de luto), después porque llegó el primer hijo (mi padre), luego porque llegó el segundo (y se murió), y luego porque llegó el tercero y último (mi tío).
Pero hoy le quiero rendir un tributo a mi abuela Fina.
Ante las penurias de la guerra, la mala vida que le dio mi abuelo (que sólo en sus últimos años de vejez comprendió e intentó resarcir a mi abuela), y todas las visicitudes, miserias e infortunios que acontecieron en su existencia, JAMÁS le faltó una sonrisa y un chiste. JAMÁS la veías llorar, JAMÁS la oías hablar mal de nadie, y JAMÁS la veías compadecerse de sí misma y sus desgracias.
Mi abuela Fina era guasona, bromista y socarrona que se dice por mi pueblo. Siempre tenía un chiste o una anécdota, porque su mente era divertida. Así que no era raro que en las noches de verano de mi infancia, entre otras cosas, nos saliéramos a la puerta a tomar el fresco y le pidiéramos a la abuela que nos contara alguna de sus historias, que aunque sabíamos de memoria, cada vez que las contaba, parecían diferentes.
Todavía la recuerdo sentada en su mecedora, con uno de sus babys fresquitos (era muy calurosa hasta en invierno), su cadena fina de oro al cuello del que colgaba un corazón pequeñico, su abanico en la mano, sus pendientes de aros finos, su piel pecosa, su pelo encaracolado de plata y sus carcajadas mientras se balanceaba, enseñando su perfecta dentadura y entrecerraba sus ojicos.
Un verano estábamos jugando al VEO VEO. Le tocaba a ella ponernos a prueba y dijo que lo que veía empezaba por la D. Locos nos tuvo a mi hermano y a mí, de no más de 10 añicos los dos, a mi prima de 5 años, a mi madre y a mi tía durante más de 45 minutos diciéndole cosas y ella que no, que no acertábamos. Le decíamos que se lo estaba inventado y cuanto más se lo decíamos más que se reía. Cuando dijimos muertos de risa después de tanto rato que iba por el culo de la tía maría (no pensad mal, que eso se decía cuando te rendías y querías la solución jejejejeje), nos dijo muerta de risa:
- pos la DKV que hay aparcá ahíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!
Yo no sabía lo que era una DKV (aunque desde aquel momento de mi infancia lo sé), pero mi madre y mi tía empezaron a decirle muertas de risa y al unísono:
- eso no vale abuelaaaaaa!!!
(la DKV es un modelo de furgoneta de la marca Mercedes).
Cuando todavía vivía en casa de mis abuelos, me gustaba irme a jugar a casa de una vecina en frente de mi casa. Era de la edad de mi abuela, pero su casa me gustaba mucho y ella que no tenía hijos le encantaba que fuera.
La calle que había que cruzar estaba en cuesta y era estrecha, vamos de un solo sentido, y cuando ya fui un poco mayor para cruzar sola, les decía a mi madre y a mi abuela que me iba a casa de la tía.
Un día, después de comer, quise irme a jugar, así que me dijeron:
- elly, lleva mucho cuidado al cruzar, no se te olvide mirar arriba y abajo de la calle
- Vale abuela
Mi madre estaba de espaldas a la puerta y mi abuela de frente. De pronto mi abuela empezó a reirse a carcajadas. ¿Sabéis porqué?.
Pues porque mi abuela con "arriba" y "abajo" se refería a que la calle era empinada, pero yo, ignorante púber y con una lógica aplastante, estaba mirando al cielo y al suelo antes de cruzar en vez de a derecha y a izquierda. Vamos que si hubiera pasado la DKV no sé qué hubiera pasado!! Jejeejejeje
Mi abuela era una campeona jugando a las damas. Pero su pasión era el parchís. Y era tan buena y llevaba tantos años jugando, que nos pegaba una paliza a mis primos y a nosotros cada vez que jugábamos con ella. (Yo soy un hacha de las damas, eh???)
En la siesta de un verano de hace no muchos años, mi primo sacó el parchís.
La cosa era jugar contra la abuela, porque siempre nos ganaba. Así que mi hermano, mi primo y yo retamos a Fina. Y ella encantada. Todavía recuerdo la imagen en mi mente tan nítida como veo esta pantalla. Mi primo en frente, mi hermano a mi izquierda y mi abuela a mi derecha. A media partida, es el turno de mi abuela. Lanza los dados. Sale un 5. Con la última ficha que acababa de sacar de su casa, mata una ficha de mi primo y se cuenta 20. La abuela empieza a reirse flojito y nosotros no sabemos porqué. Cae en una casilla sin segurete donde mi hermano tiene la única ficha en juego. Lo mata y se cuenta 20. La abuela sigue riendo pero cada vez más fuerte. Y justo le da para matarme una ficha, con lo que se contó otros 20 y a carcajadas que poco más y se cae de la mecedora, se mete en su casa.
Mi primo empezó:
- joooooooooooo abuelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Y sólo de ver a la abuela, echada hacia atrás, con los ojicos cucaos, llorando lágrimas de risa, cogiéndose el baby e intentando decir que se le iba el punto (de pis, claro), estallamos los tres en risas, que aun hoy lo recordamos a menudo cuando nos juntamos.
Esa era mi abuela. Daba igual si pasaba hambre, si mi abuelo la trató mal, si le dolía mucho el corazón estando en la U.V.I., o si llevaba hechos muchos catéteres o le habían dado tropecientas anginas de pecho, si tenía algo que decirte o una cara que ponerte, siempre iba a ser algo guasón o una sonrisa.
Nunca me trató como a una princesa. No era de esas abuelas que te hacen coleticas en el pelo o te narran cuentos de hadas o te cojen pa darte abrazos y besos. Eso sí, era una artista cosiendo y haciendo molde, y ni os cuento lo majas que iban vestidas mis "barriguitas", os acordáis de ellas????, pues imaginad la paciencia de la abuela Fina para hacerles sus trajecicos pa que fueran a la última...una vez hasta les hizo un gorro de lana pal invierno!! jajajaajajaj...(qué tiempos).
Yo con 5-6 años ayudaba a mi abuela a fregar subida a una silla y a cocinar por encargo en el patio, mientras preparaba 10 paellas de marisco a la vez, que mi abuelo y yo después llevaríamos a los guiris a la hora de la cena.
No tenía mucho que dejarnos cuando falleció. Algunas joyas buenas, eso sí, de las cuales yo poseo una sortija que siempre le conocí en su dedo anular y que salió de su dedo para abrazar el mío el día que nos dejó. El resto de lo poco que poseía, nos lo dejó separado y con una notica de su puño y letra con nuestros nombres que todavía conservo.
Pero la mejor herencia que me dejó mi abuela es su vida y sus experiencias en ella.
Hay que trabajar duro, no desfallecer nunca, aprender de todo, entender que cada persona es como es, y SIEMPRE, SIEMPRE no perder la sonrisa.
Besos abuelica
Elly